“No hay tanto pan para tanto chorizo”, “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”,”Democracia real ya”, “No me representan”… Estas y muchas más, representan las quejas, anhelos y gritos procedentes de miles y miles de gargantas que concentradas tanto en un lugar, como en un proyecto común, han sido capaces de sumar a muchísimas personas y cuestionar y denunciar prácticas y planteamientos políticos que atentan contra la dignidad de la persona y contra la propia democracia.

 A través de la Plataforma Democracia Real Ya, el movimiento 15M, los asentamientos y toma de las plazas de nuestras ciudades, la ciudadanía aparentemente dormida, sumisa, pasiva y resignada a ante todo el sistema político, económico y laboral, reacciona ante tanta indignación; reacciona ante tanta mentira y aprovechamiento por parte de los que más tienen; reacciona y es capaz de ser referente para muchos países; reacciona y pone de manifiesto que el pueblo es capaz de movilizarse, de organizarse y de luchar por aquellos derechos que les son propios; es capaz de hacerle frente a un sistema político con las armas de las que dispone: la palabra, el diálogo, el cuestionamiento, la discusión, el trabajo en equipo.

 Si algo ha posibilitado este acontecimiento, que aún sigue manteniéndose insistente en nuestros barrios y ciudades, es el haber podido sumar a tantas personas de tan diferentes carismas, pensamientos y perfiles. Ha sido una experiencia en la que no ha habido inclinación por ningún tipo de color político y/o sindical. Se ha tratado de uno de los más claros ejemplos de participación ciudadana. Tampoco la Iglesia se ha hecho presente de forma manifiesta, aunque cada concentración y asamblea ha estado plagada de muchos cristianos y cristianas, de muchos y muchas militantes que han acompañado esos momentos, queriendo ser levadura en la masa y queriendo transformar junto con otros desde dentro, desde el interés y necesidades comunes, desde la indignación de atentar contra el proyecto de felicidad que supone el Reino. Esta experiencia de indignación, nos ha servido para tomar conciencia de nuestra situación y de la de las personas con las que convivimos; de las injusticias tan sangrantes que nos ahogan y no nos dejan ser libres; de las posibilidades que tenemos cuando somos capaces de unir fuerzas y capacidades... Y a raíz de todo esto, ponernos en marcha, actuar. Buena INDIGN-ACCIÓN.