A Don Antonio Algora

En los últimos años, los movimientos especializados de la Acción Católica (JEC, JOC, HOAC, FRATER, Profesionales cristianos, Movimiento Rural Cristiano y Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos) hubimos de someternos a un proceso de reflexión y discernimiento que estableció la Conferencia Episcopal Española.

El proceso se desarrolló de manera completamente distinta a la inicialmente prevista por todos, y se convirtió en un momento de gracia, en el que se produjo un serio discernimiento en los distintos movimientos acerca de su identidad, misión evangelizadora y aportación actual a la misión evangelizadora de la Iglesia y una apertura a la escucha y acogida por parte de los obispos hacia esta manera eclesial de ser que viven los movimientos especializados.

En todo este proceso los movimientos estuvimos siempre acompañados de Antonio Algora, que ayudó a realizar ese discernimiento, a vivir con esperanza el proceso, y a redescubrir lo que la Iglesia necesitaba de los movimientos en este momento de la historia.

El aporte de Antonio Algora nacía sobre todo de la convicción de que esta Iglesia —laical por nuestro bautismo— no puede realizar su misión sin contar con la presencia y la misión que el laicado está llamado a desempeñar por su propia responsabilidad bautismal, y el convencimiento de que, en esta Iglesia nuestra, hemos de seguir contando con un laicado adulto en la fe, capaz de vivir su ser y misión.

Su manera de ser pastor, de indicar errores, de valorar aciertos, de animar tareas, de indicar caminos, de suscitar esperanza, de saber acomodar el ritmo al paso lento de lo comunitario y sinodal, nos ayudó a crecer en nuestro ser eclesial a lo largo de ese proceso.

Pero esto no era nada nuevo en él, sino que ha sido constante de su acompañamiento y su ser pastor. A él le debemos mucho, sobre todo, su confianza en la tarea propia de laicos y laicas. Su capacidad de animar a los laicos a vivir su propia vocación de estar en el mundo, siendo presencia de Iglesia, y su capacidad de pastor de situarse siempre al lado de los seglares, para hacer camino juntos. Lo hacía de la misma manera que anduvo muchos años el Camino de Santiago: paso a paso y codo con codo, como uno más, caminando con todos.

Fernando Díaz Abajo,
en “Con vosotros”,Semanario de la Iglesia en Ciudad Real.

Haz click aquí para descargarlo en formato PDF